De acuerdo con revelaciones del New York Times, el gobierno venezolano planteó a Washington un camino de salida que tomaría entre dos y tres años, lo que forma parte del núcleo de este nuevo viraje diplomático. Allí empieza la historia donde Maduro pone sus condiciones para dejar el poder, historia sostenida sobre rumores, confirmaciones a medias y silencios significativos en las altas esferas diplomáticas.
El Caribe parece tranquilo a la distancia, pero en sus aguas tiene lugar un juego político interesante. En los últimos meses, Estados Unidos ha intensificado operaciones marítimas que, oficialmente, buscan frenar el narcotráfico, pero que —a ojos de analistas y de militares retirados— apuntan también a cercar al gobierno de Nicolás Maduro, conversaciones discretas surgieron desde la Casa Blanca, abriendo una grieta inesperada: la posibilidad de una transición negociada.
En este primer tramo, los informantes sostienen que el presidente venezolano insinuó un intercambio que ha generado especulación: permitir acceso preferente a la riqueza petrolera del país para empresas estadounidenses. Un movimiento riesgoso, calculado o desesperado, según quién lo interprete.
Maduro pone sus condiciones para dejar el poder
Si algo quedó claro en las filtraciones del New York Times, es que Maduro pone sus condiciones para dejar el poder, una ecuación un tanto compleja. Las negociaciones no fueron formales, pero habrían llegado lejos: se habló de garantías, de tiempos de salida y de mantener cierto “orden” político durante una posible transición. Sin embargo, la Administración Trump rechazó la propuesta. Dos años o tres años más en el poder, dijeron los asesores del presidente estadounidense, era simplemente demasiado.
En el mismo escenario se inscriben los documentos que mencionan el visto bueno de Trump a planes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que operaría en un registro de acciones preparatorias. Son tácticas que no buscan un combate directo, sino la creación de condiciones previas: información, infiltración, desgaste psicológico. Nada nuevo, pero sí un cambio de tono.
Operaciones encubiertas y señales cruzadas
Mientras las negociaciones seguían su curso fuera de reflectores, el New York Times describió una cadena de reuniones en la Casa Blanca entre Trump y las máximas autoridades de El Pentágono. Se barajaron escenarios para incrementar la presión, desde continuar la presencia militar en el Caribe hasta profundizar acciones encubiertas.
Lo que sí parece sólido es que la Casa Blanca no ha cerrado la puerta a las estrategias no convencionales. En un país donde la narrativa oficial compite contra el rumor y la desinformación diaria, este tipo de movimientos vuelve aun más opaco el terreno. Hay una frase que se repite entre analistas de seguridad: cuando una operación está demasiado explicada, probablemente ya ocurrió otra de la que no se ha hablado.
Una transición incierta, el juego aún no termina
Desde Caracas, la respuesta es que no hay respuesta. Ni confirmación ni rechazo. En el fondo, la posibilidad de una transición pactada parece estar viva en alguna mesa que no tiene nombre público todavía. Y si bien las filtraciones muestran un camino hipotético —negociación, presión, desgaste—, nada indica que las condiciones actuales permitan un acuerdo.
Por ahora, el tablero se reduce a esto: un gobierno que busca tiempo; la Casa Blanca exige inmediatez; un entorno militar que juega a dos bandas; y un país entero atrapado que parece que no tiene escape.
El informe del New York Times deja claro que, aunque Trump no definió un curso final de acción, las presiones continuarán. Los asesores ya preparan múltiples escenarios que van desde ataques focalizados contra instalaciones vinculadas al narcotráfico hasta operaciones más amplias contra unidades militares venezolanas. Todo en fase de planeación, todo en terreno gris.
Lo más probable es que así permanezca el juego. Las certezas suelen llegar demasiado tarde.
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